25 oct 2011

Crítica no me pidas que te bese porque te besaré


En esta tierna película Albert Espinosa debuta como director, y para ser su primer trabajo en esta faceta, el resultado es bastante bueno y resultón, logrando transmitirte gran parte de su filosofía de vida en hora y media que dura la película.

Pero hablemos antes un poco de su guionista y director: Albert Espinosa. Albert es una de esas personas especiales que, tras haber tenido duras experiencias personales de adolescente de las que salió reforzado al saber sacarles partido de forma positiva, empezó a despuntar en el cine español como guionista de "Planta 4ª", donde plasmaba gran parte de su "universo" y de su forma de pensar.



En esta película volveremos a ver reflejados toda la ternura, sensibilidad, comunicación y amor característicos de su obra y que ya hemos disfrutado en sus libros y obras de teatro, donde la falta de vergüenza se recicla en forma de virtud, y en la que nos muestra que muchas veces los únicos deficientes mentales que existen son los que no saben querer y amar.

La película nos cuenta de forma inteligente y mucho tacto los problemas de su protagonista, Albert, interpretado por Eloy Azorín, y que a falta de poco tiempo para casarse con su pareja, empiezan a surjirle grandes dudas respecto a su amor hacia ella.
Presa del pánico, e incapaz de contarle sus pensamientos a ella, trata de retomar el rumbo de su vida apuntándose precipitadamente a un curso de guitarra, con la suerte o la desgracia de que el único grupo con plaza libre es el de disminuídos síquicos.
Es gracias a ellos, a su compañía y cariño, que harán que el protagonista se replantee todo, haciendo cambiar el curso de vida y de los acontecimientos.

La película goza de buenos diálogos, en los que Espinosa se luce, aunque es una película que sólo se disfruta si mantienes tu alma limpia deshaciéndote de todo prejuicio al verla, porque a pesar de las buenas interpretaciones por ejemplo de los deficientes, y en especial de Pablo Rivero, a veces éstas no llegan a la altura que el guión exige, pero si pasamos esto por alto podremos disfrutar plenamente de ella.
Mención especial de la pareja protagonista, cuya química y conexión parecen salir fuera de la pantalla y nos hacen pensar que realmente llevan muchos años juntos y ahora pasan por una de esas habituales crisis de pareja, donde uno de los protagonistas duda de su amor hacia el otro.

Una película que recomiendo para un día especial que quieras pasar una tarde tranquila en compañía, o también sólo, una tarde de lluvia o un aburrido domingo en el que te apetezca soltar alguna lágrima o enternecerte con la bondad y buenas intenciones de sus protagonistas, o reírte de tí mismo y de ciertas normas establecidas por la sociedad.
Una película llena de positivismo y amplitud de miras que todo el mundo debería ver.

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